Tuesday, December 14, 2004

La Educación según Ibarra

Imagino a mis hijos en una Escuela de Buenos Aires, en manos de docentes como la mujer de este artículo de Página12, avalados por la "mayoría progresista" de la Legislatura. Después de leer esto, agradezco a Dios que se estén educando en la limitada pero no tan "avanzada" escuela pública andaluza, que tendrá sus deficiencias, claro, pero ni de lejos llega a ser tan "moderna" como las de la Capital Federal. Como será de obtuso y polémico el proyecto de Ley que ni siquiera los legisladores afines a Ibarra se atreven a votarlo. Las prioridades del Gobierno de la Ciudad: ¿La salud, la educación, el trabajo, el medio ambiente, la seguridad, la conservación del patrimonio? No, esos temas están pasados de moda. El tema estrella de los transversales porteños es enseñarle a los chicos, desde el prescolar, las diferentes texturas de los preservativos. ¿Se puede ser tan, pero tan, imbécil?

Un tiro para el lado de la Justicia

La presión de la gente, los mails, las cartas, los comentarios. Todo suma y parece que algunos van tomando nota. Cinco empresas de primera línea han decidido retirar su auspicio al mamarracho Ferrari y algunas directamente se han desligado del Centro Cultural Recoleta en desacuerdo con la política del Gobierno de la Ciudad. Es una pequeña victoria con un gran significado, la reivindicación del poder del ciudadano común cuando decide movilizarse por una causa.

De Shangai con Amor

Al final iba a ser cierto todo lo que nos anunciaron sobre China. Desde el paraíso oriental, miles de personas se arriesgan a todo para poblar nuestra patria argentina, desinteresadamente, dentro de un maravilloso plan de inversiones masivas, trenes bala y viviendas populares. Me pregunto: ¿Todos estos chinos que la Gendarmería Nacional se empeña en detener en nuestras fronteras formarán parte tal vez de una primera gran oleada de los famosos millones de turistas que vendrán a gastar sus dineros en nuestros destinos turísticos, uno de los pocos países que su paternal Estado les permite visitar, según nos anunciara en su día la prensa oficialista? ¿O será que esta gente no lee los diarios y no termina de enterarse de nada? Artículo de La Nación para reflexionar un rato sobre los discursos y su abismal distancia con la realidad.

Monday, December 13, 2004

Paranoicos del mundo, uníos!!!

Por lo visto los problemas de Argentina no pasan ni por Castells y sus mafiosos piqueteros, ni por los políticos corruptos, ni por los policías secuestradores, ni por la comedia de enredos trágicos de la deuda externa, ni por la ineficiencia generalizada de los funcionarios. No, eso son detallecitos sin importancia para algunos de los comentaristas que han escrito en este blog. El problema público de los argentinos es...¡El Opus Dei!!! Tras que éramos pocos, parió la abuela, como dicen en el campo. En España escuché el término "conspiranóicos", que se aplica perfectamente a este caso. El Opus Dei financia Universidades y abre escuelas en Argentina, peligro inminente de secretas amenazas de retorcidas intenciones. ¿Estamos todos locos? No conozco un país en el mundo donde "la obra" tenga más poder que España. Eso no impide a la madre patria ser la décima economía del mundo y tener a socialistas y nacionalistas furibundos catalanes y vascos dominando la política interna del reino. Una de dos, o el Opus es de una ineficiencia catastrófica, o sus planes de dominación mundial no son tan evidentes como temen nuestros colaboradores. Por lo demás, comparar a Escrivá de Balaguer y a instituciones de prestigio internacional como la Universidad de Navarra con el reverendo Moon y su secta ya es de un ridículo tan grande que quita seriedad al debate.

Tuesday, December 07, 2004

¡Argumentos, por favor!!!

Llega otro comentario, y predeciblemente, en vez de utilizar argumentos que justifiquen el tema en cuestión, volvemos a encontrar la perorata de siempre sobre las atrocidades de los cruzados. Quiero por favor que alguien en algún lado opine por sí mismo sin repetir las mismas frases huecas, que alguien me demuestre que estoy equivocado con argumentos. No tengo miedo al dialogo ni al intercambio de ideas, lo que me produce úlcera es la falta de originalidad. Desde los Borgia hasta los colegios del Opus Dei, todo se mezcla para embarrar la cancha. Pero no he escuchado hasta ahora ni un solo argumento lógico que defienda el impresentable accionar del gobierno de Buenos Aires en el asunto Ferrari, que es de lo que estamos hablando. A cada opinión contraria a la muestra, expresada con respeto, se responde con agresiones, insultos, y por supuesto, como no, con la cantinela de la inquisición. Voy a llevar el caso al absurdo. Imaginemos un diálogo en el Parlamento entre un Diputado de Izquierdas y uno de Derechas, debatiendo, supongamos, el presupuesto de salud:
Diputado de Izquierdas: "Propongo aumentar el presupuesto destinado a la salud de los mayores de 65 años"
Diputado de Derechas: "Como se atreve usted a proponer nada, después de que Mao ha matado a millones de chinos"
D.I.: "Pero si yo solo quería aportar soluciones a los jubilados argentinos del año 2004"
D.D.: "Naaadaaa, a callarse la boca, cómplice vil del estalinismo"
D.I.: "Pero si yo nunca estuve en Rusia, y le repito que simplemente me interesa el bienestar de los jubilados argentinos"
D.D.: "ajáaa, lo sabía, un agente del tirano castrista, que mete presos a los poetaaas!!!"
Si el dialogo les parece absurdo, les propongo que revisen sus argumentos, ya que cambiando los personajes, es exactamente lo que están haciendo con estos comentarios.

Galileo y un tal Ferrari

No entiendo el comentario sobre Galileo. La Iglesia condenó hace cuatrocientos años sus teorías y se ensañó con el sabio italiano. Hoy, siglo veintiuno, somos todos capaces de ver que aquello fué una infamia y que sus protagonistas merecen nuestro repudio. La Iglesia, institución humana compuesta por personas, ha dado santos de méritos irrepetibles como San Francisco de Asís, o sádicos repugnantes como Torquemada. Nada más humano, las luces y las sombras de nuestra especie, en una institución que tiene línea directa con el cielo. Lo que no entiendo es que relación existe entre el pasado a veces de oro y a veces de barro de la Iglesia, con el asunto del pintor Ferrari. Patricio Echegaray, del Partido Comunista, ha opinado sobre el tema, y personalmente no estoy de acuerdo con sus opiniones. Pero lo que no puedo hacer es decir que como su partido político glorificó a Stalin y justificó intelectualmente sus masacres, entonces ahora no tiene derecho a opinar. Supongo que el señor Echegaray será un tipo normal y corriente, equivocado en sus ideas tal vez, pero incapaz de matar a nadie. Incluso hasta sea bienintencionado en sus errores. Pero resulta que basta con que una persona intente expresar una opinión cercana a la Iglesia, para que le vengan con la monserga de Galileo. Me parece un argumento de una tremenda pobreza intelectual. Además, si nos ponemos a comparar a Ferrari con Galileo, estamos todos locos. Se pone a la misma altura moral a un sabio científico que revolucionó la historia del mundo con un pseudoartista hasta ayer ignoto que se vale del marketing de la provocación y el mal gusto para vender sus obras al mejor precio. No hay punto de comparación, ni tiene lógica ninguna el mencionado comentario.

En el nombre del Arte

El arte, como la religión, no puede ser excusa para la impunidad. Escudándose en la creatividad se insulta, se ofende y se ridiculizan gratuitamente los sentimientos ajenos, y eso no se puede reprochar ni cuestionar ya que se hace pasar como “libertad de expresión”. Cinismo en estado puro. Mi derecho a la creatividad no puede ser nunca más fuerte que el derecho de los demás a su dignidad. En Argentina hemos sufrido la dictadura de los ignorantes y de los imbéciles. Los militares del proceso prohibieron el tango “Cambalache” por derrotista y censuraron a Minguito Tinguitela por deformar la lengua castellana. Esta clase de estupideces son las que hacen que hoy sintamos horror a todo lo que sea poner límites. Pero los límites existen, son parte de la vida y de la convivencia. En España, un escritor “muy creativo” publicó, también con fondos públicos, una novela donde el protagonista, presentado como un auténtico héroe, disfruta violando mujeres y golpeándolas hasta la muerte. Todas sus protestas y sus alegatos a favor de la libertad de expresión han quedado en nada, y no han podido impedir que la justicia ordenara secuestrar y retirar de circulación todos los ejemplares de la “obra de arte” en cuestión. En un país donde la violencia de género es un drama cotidiano, el Juez encontró un límite a la “creatividad” y entendió que hay cosas con las que no se juega, y mucho menos empleando el dinero del Estado. También un religioso, en este caso un clérigo musulmán, acaba de ingresar en prisión condenado por la Justicia por hacer apología de la violencia. El hombre se defendió diciendo que solo se había limitado a difundir las enseñanzas del Corán, referidas a la sumisión de la mujer con respecto al varón, y del derecho del marido a emplear la violencia física para enderezar a su compañera. Ni la creatividad artística ni las creencias religiosas pueden servir de coartada cuando se utilizan para violar los derechos, la identidad, y la dignidad de los demás.

Soy un Artista...

Acabo de decidir que me voy a comprar un pincel y me voy a convertir en Artista. Mi primera exposición estará dedicada a mi nuevo colega, el pintor Ferrari. Voy a emplear una técnica mixta de pintura al óleo, collage, y alguna que otra escultura. Aprovechando mis influencias en la corporación municipal, voy a lograr que mis obras sean expuestas en algún lugar emblemático de la cultura de Buenos Aires. Si el pintor Ferrari está al día con sus impuestos, tendrá el honor de sostener con su bolsillo mi aventura artística. Lo primero que se van a encontrar los visitantes que acudan a mi exposición, será un enorme mural: sobre un fondo color rosa pastel, representaré al tal Ferrari en la incómoda situación de estar siendo violado por un burro. Como todavía no domino muy bien la técnica del retrato, voy a escanear alguna foto del pintor Ferrari, la voy a ampliar y la voy a pegar sobre el lienzo. De ese modo, no quedarán dudas acerca de la identidad del protagonista de mi obra. A partir de ahí, la exposición será una sucesión de cuadros donde el pintor Ferrari, sus amigos, parientes y allegados, protagonizarán las escenas más escatológicas, humillantes y perversas. Todo esto irá acompañado de abundantes comentarios explicativos sobre la vida del personaje. Como soy un creativo nato, no tendré ningún problema en afirmar que el sujeto en cuestión es un vulgar pedófilo, antropófago y amante de las torturas chinas. Total, como ahora soy un artista, todo me está permitido. Al terminar el recorrido, una escultura mostrará una imagen deformada de este hombre, sumergido hasta el cuello en una enorme letrina llena de excrementos reales, al mejor estilo del grupo “Mondongo”. Si el pintor Ferrari se ofende, o intenta cerrar mi exposición, tengo muy claro lo que voy a decir. Asumiendo con valentía mi papel de víctima, voy a exclamar, mirando fijo a las cámaras: “Pero pintor Ferrari, como se atreve usted a atentar de ese modo contra mi libertad de expresión”, “Quién se ha creído usted que es, como osa protestar contra mi sublime muestra de arte, como tiene el tupé de agredir así a mis musas creativas”, “es usted un intolerante, un bárbaro ignorante, y un enano fascista”. Si se pone pesado, lo tengo muy claro: lo voy a denunciar por discriminación y por acoso. Soy un artista...

El Fondo del Asunto

Imaginemos por un momento que las obras de Ferrari estuvieran referidas a otra religión distinta de la católica. Pongamos por caso, judía o musulmana. No es muy difícil saber lo que hubiera pasado. En el improbable caso de que hubiera logrado exhibirlas, la reacción de las entidades que representan dichas colectividades hubiera sido fulminante. No me imagino a la DAIA, por ejemplo, tolerando una cosa así. Lo hubieran acusado, con absoluta y justa razón, de antisemita, nazi, cómplice del holocausto, y la sociedad en su conjunto hubiera acompañado ese repudio unánime ante un hecho flagrante de discriminación y agresión contra un sector de nuestra comunidad. Ahora bien, como en vez de estrellas de David o medialunas islámicas, los cuadros de Ferrari representan cruces, parece que no hay derecho a ofenderse. Si la religión atacada es la católica, todo está permitido. El artista pasa a ser un “progresista” de primera hora y recibe las palmaditas en el hombro, y de paso el dinero público, del gobierno de la ciudad. En España, el gobierno de Aragón debate sobre la conveniencia de eliminar de su escudo de armas las cuatro cabezas decapitadas de los moros que representan la reconquista, y las imágenes del apóstol Santiago, el “matamoros”, se están reconvirtiendo para evitar la profusión de musulmanes muertos a los pies del Santo. La idea es cambiar el pasado de odio por un presente de respeto sin que nadie se sienta ofendido, todo esto en un país de abrumadora mayoría católica, donde existe más de un motivo reciente para recelar del mundo islámico. El respeto debe ser para todos, no puede ser selectivo. No es coherente defender a capa y espada la dignidad de unas religiones o grupos étnicos, y apañar las agresiones cuando estas se dirigen contra la Iglesia, que, vale la pena recordarlo, representa el sentir religioso de la mayoría de los argentinos. Dura Lex, Sed Lex, decían los romanos: Ley Dura y Pareja, como base de la convivencia.

Las Medallitas del Pintor Ferrari

A personajes así se los combate con inteligencia. Acusarlo de “hereje” o de “blasfemo” solo sirve para que se cuelgue esas palabras del pecho como si fueran medallas y las exhiba con orgullo ante los de su calaña. Ni que decir de los voluntariosos pero poco pensantes muchachotes que al grito de “Viva Cristo Rey” la emprenden a los botellazos contra las obras de la exposición. No hacen más que alimentar el ego del tipejo, y reforzarlo en su papel de víctima. Le hacen el juego y el caldo gordo, casi parecen contratados por director de marketing del "artista". Este tipo de acciones es precisamente lo que este señor espera y necesita. Según el Clarín, la muestra ha tenido un récord de visitantes, y la mayoría ha confesado que no conocían al pintor y que no suelen visitar ese tipo de muestras, pero que se han visto atraídos por el escándalo, motor universal de la curiosidad. El agresor se convierte en agredido, y la víctima pasa a ser el malo de la película, esta historia es tan vieja como la mentira. Menos mal que los obispos tienen las cosas claras y han condenado inmediatamente la violencia. También han optado por condenar enérgicamente la exposición, pero en un tono que evita el agravio y el insulto. Es desde la inteligencia y desde la infinita paciencia que se rebaten estas cosas. Ferrari y su obra pasarán y caerán en el olvido, la Iglesia cumplirá dos mil y pico de años de trayectoria y seguirá viva, por más medallitas circunstanciales que se cuelgue el pintor devenido en estrella de los medios.

Friday, December 03, 2004

Bicentenario

Se han cumplido doscientos años de la proclamación de Napoleón Bonaparte como Emperador de los franceses. Este artículo de Le Monde habla del pasado en clave presente y brinda un interesante punto de vista sobre la evolución política de Europa.