Tuesday, December 07, 2004

El Fondo del Asunto

Imaginemos por un momento que las obras de Ferrari estuvieran referidas a otra religión distinta de la católica. Pongamos por caso, judía o musulmana. No es muy difícil saber lo que hubiera pasado. En el improbable caso de que hubiera logrado exhibirlas, la reacción de las entidades que representan dichas colectividades hubiera sido fulminante. No me imagino a la DAIA, por ejemplo, tolerando una cosa así. Lo hubieran acusado, con absoluta y justa razón, de antisemita, nazi, cómplice del holocausto, y la sociedad en su conjunto hubiera acompañado ese repudio unánime ante un hecho flagrante de discriminación y agresión contra un sector de nuestra comunidad. Ahora bien, como en vez de estrellas de David o medialunas islámicas, los cuadros de Ferrari representan cruces, parece que no hay derecho a ofenderse. Si la religión atacada es la católica, todo está permitido. El artista pasa a ser un “progresista” de primera hora y recibe las palmaditas en el hombro, y de paso el dinero público, del gobierno de la ciudad. En España, el gobierno de Aragón debate sobre la conveniencia de eliminar de su escudo de armas las cuatro cabezas decapitadas de los moros que representan la reconquista, y las imágenes del apóstol Santiago, el “matamoros”, se están reconvirtiendo para evitar la profusión de musulmanes muertos a los pies del Santo. La idea es cambiar el pasado de odio por un presente de respeto sin que nadie se sienta ofendido, todo esto en un país de abrumadora mayoría católica, donde existe más de un motivo reciente para recelar del mundo islámico. El respeto debe ser para todos, no puede ser selectivo. No es coherente defender a capa y espada la dignidad de unas religiones o grupos étnicos, y apañar las agresiones cuando estas se dirigen contra la Iglesia, que, vale la pena recordarlo, representa el sentir religioso de la mayoría de los argentinos. Dura Lex, Sed Lex, decían los romanos: Ley Dura y Pareja, como base de la convivencia.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home