El camino de Santiago
Son diferencias que mueven a la reflexión. Argentina convirtió la visita del premier chino en un "hecho histórico", y fantaseó con la salvación de todos sus problemas de la mano del papá noel asiático. Los chinos pagarían la deuda con el Fondo, construirían trenes balas, y nos devolverían de un día para el otro, mágicamente, la prosperidad perdida. Recordemos que la visita dejó muchas promesas y cartas de intención, pero ni un peso ni un contrato firmado. Las exageraciones y papelones de estas últimas semanas son bien conocidas. Ocurre que también Brasil recibió a los chinos en idénticos términos, y allí la visita despertó más recelos que otra cosa, tal vez porque los brasileños están más acostumbrados a defender sus intereses. Pero el caso que desnuda definitivamente lo absurdo y casi infantil de la mentalidad de los argentinos, es la conducta que mostraron los chilenos. En Santiago se dieron cita no sólo el líder chino (con idénticas propuestas, sólo que además Chile pudo arrancar a China mejores condiciones y la firma de contratos concretos) sino que además fue la sede de la cumbre de los países del Area del Pacífico. Todavía más, nada menos que Bush y Putin pisaron la capital chilena. No escuché a Ricardo Lagos compararse con O´Higgins ni afirmar que después de semejante evento será más recordado que Pablo Neruda. Lo que pude leer en la prensa fue simplemente la constatación de un país maduro que cuenta con una clase dirigente seria, honesta, responsable, que negocia con el mundo en forma objetiva e inteligente. Políticas de Estado, en vez de golpes de fortuna. Un espejo para mirarse.
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