Wednesday, January 26, 2005

Catorce (intensas) horas

ZP y K pasean agarraditos de la cintura como dos colegialas en un día de picnic. Es verano en Buenos Aires y el calor invita a saltarse las reglas del protocolo. El leonés frunce la nariz y regaña al santacruceño: "me encanta tu canje, pero no trates de engañarme con las tarifas, que te dejo sin segunda oleada, vale?". Lupin pone cara de "yo no fui" y ensaya un par de pucheros: "pero tonto, no digas eso, además venís tan poco a visitarme... No tuvimos tiempo ni de pasear por El Calafate". El político del talante más famoso consuela al maleducado más famoso: "Venga hombre, no te pongas sensiblero, que me vas a hacer llorar, joder..."; Echa una miradita a su reloj y exclama: "Pero por Dios, que tarde se ha hecho, como es posible, Moratinoooos!!!" y corre hacia su avión, que lo bueno, si breve, dos veces bueno. "Adiós, mi aliado estratégico!", grita el premier ibérico mientras sube la escalerilla. "Adiós, mi espejo y mi guía!", devuelve el patagónico mientras intenta sin éxito fijar su enigmática mirada en el aparato que se pierde entre las nubes.

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