Dos guerras, dos historias diferentes
Desde que empezó el conflicto de Iraq se buscó la comparación con la Segunda Guerra Mundial. Los americanos recordaron a sus aliados europeos las dudas de Chamberlain y compañía ante la arrogancia de Hitler y su falta de reacción incluso ante la invasión de Checoslovaquia. La timidez de aquellos tibios demócratas potenció la audacia del dictador. Para no repetir los errores de la historia, Bush se propuso pasar a la acción, como un moderno "Ike" barriendo con los payasos de la cruz gamada. Sin embargo, esta simplificación no resiste el menor análisis. Mientras Hitler dominaba una potencia mundial que amenazaba el corazón de Europa, Hussein no controlaba ni siquiera su propio territorio. El nacionalsocialismo alemán, de corte racista y expansionista, no es asimilable al partido laico baat, mas allá del caracter dictatorial del régimen iraqui. Solo se parecen en su patética utilidad para restarle enemigos a occidente: mientras los nazis se obsesionaban con la Rusia bolchevique, Saddam se desangró durante años luchando contra el Irán de la teocracia, para beneplácito de sus actuales ocupantes americanos. Después de la invasión de Polonia, la "Blitzkrieg" expandió las fronteras alemanas hasta límites impensables, amenazando Londres con sus bombas. Saddam, después de su excursión en Kuwait, no volvió a resultar una amenaza seria para nadie, ni siquiera para Israel, misiles "Patriot" de probada eficacia mediante. Descartada la existencia de las armas de destrucción masiva que habían motivado la invasión, tampoco el vínculo de autócrata y laico Hussein con los fanáticos religiosos pudo ser probado. En resumen, no hay punto de comparación entre aquellas dictaduras y el extinto régimen de Hussein. Diga lo que diga la propaganda.
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