Friday, October 08, 2004

Para empezar

Me niego a creer que todo lo que nos pasa es inevitable, la fatalidad será muy útil a la filosofía del beduino, o del gaucho (Sarmiento dixit), pero no creo que corresponda a nuestra idiosincrasia. Nuestra sangre es la herencia de los pioneros que construyeron ciudades en el desierto. La iglesia, la escuela, el cuartel, el juez de paz, y la comunidad que avanzaba y creaba una civilización original en el último confín de occidente. Creo que podemos recuperar aquel espíritu y aquella mística fundacional, porque se hace evidente que antes que económica, la crisis que nos ha hundido tiene profundas raíces morales. Laureano López Rodó dijo alguna vez que para levantar un país de la ruina hace falta un liderazgo claro que despierte las energías dormidas del pueblo. También hace falta una mística, estoy convencido. Creo que eso, más allá de temas coyunturales puntuales, es lo que todavía nos está faltando.

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